Enner Agreda Fajardo
“Adorart es sinónimo de adoración, el complemento del arte, es mostrar lo que haces con el alma, danzar en otra dimensión. Ir más allá de lo imposible”, así concibe Nuglis Salazar, educadora y directora de la escuela Adorart.
La decisión de abrir un nuevo espacio cultural surgió hace cinco años, para que niñas y adolescentes del sector Core 8 de Puerto Ordaz, estado Bolívar, pudieran formarse y concretar sus sueños: “Brindarles una manera de soñar despiertas… Sin importar del lugar o clase social que sea”, añade Nuglis, que ve en Adorat una vía para formar y capacitar, a la vez que se forma y capacita a sí misma, promoviendo la confianza en cada joven y preparándolas, física y mentalmente, para que sean emprendedoras: coreógrafas, entrenadoras, algo más que “bailarinas de tabla”.
Adorart es sinónimo de adoración, el complemento del arte, es mostrar lo que haces con el alma, danzar en otra dimensión. Ir más allá de lo imposible”.
El anhelo de enseñar lo que más le apasiona, la danza, se materializó para Nuglis en el 2017, durante sus vacaciones como docente de la Unidad Educativa Colegio Monte Sacro. Ese año decide invertir sus primas vacacionales en algo “de provecho” y ofrece un plan vacacional dirigido a niñas del sector Core 8, logrando una matrícula de 50 inscritas. Una vez finalizaron las actividades, las jóvenes y sus representantes la impulsaron a seguir enseñando dentro de la zona.
Establecerse como academia suponía “enfrentar nuevos retos”; para Nuglis, sin embargo, la decisión era sencilla y la tomó “por ellas”. El espacio alquilado para el plan vacacional fue el sitio donde el proyecto cobraría vida de manera formal; por aumentos del arriendo, y frente a la imposibilidad de pagarlo, tuvieron que desalojar. Tras “tocar varias puertas”, el colegio Monte Sacro les brindó un salón, donde entrenaron por los siguientes dos años.
Para 2020 se detuvieron los ensayos y entrenamientos como consecuencia de la propagación del coronavirus causante del Covid-19 y la declaración del estado de alarma en todo el territorio nacional. El colegio Monte Sacro cerró sus puertas y la academia Adorart quedó en modo de espera. “Alquilamos un mini gimnasio para poder trabajar en ese tiempo, durante pandemia, con grupos muy reducidos”, relata Nuglis, aunque los aumentos progresivos del costo de la renta y el temor a ser sancionadas por no acatar las restricciones impuestas, la llevó a dejarlo por un tiempo breve.
Rendirse no era parte de su vocabulario, Nuglis “conocía la disciplina y entrega con las que estas niñas danzan” y empleó una nueva búsqueda, surge de allí una propuesta: su madre le ofrece enseñar en su casa. Desde 2020, el porche de la casa de su mamá se convirtió en “el lugar al que siempre podríamos volver”.
Sin condiciones
“La profesora Nuglis”, como se refieren sus alumnas a ella, no contó con el apoyo de su madre al momento de plantearse ser bailarina a los 16 años. Durante esa época, tampoco poseía los recursos suficientes para inscribirse en una academia y en las inmediaciones no había escuelas de danza. Limitada por la realidad se propuso formarse de manera empírica, su instrucción parte de talleres y viajes realizados a distintas regiones. Hoy en día, aquel lugar donde recibió un “no” como respuesta, es el sitio que materializa “un sueño cumplido”.
Hoy en día, aquel lugar donde recibió un “no” como respuesta, es el sitio que materializa “un sueño cumplido”.
“Me gusta enseñar y compartir lo que aprendo”, desde esa premisa Nuglis propicia una labor de tipo social: presta servicios a bajo costo, con la autogestión como bandera de resistencia, un modo de ayudar a “jóvenes con metas, con sueños, que hablan el mismo lenguaje” para que logren realizarse y alcanzar sus aspiraciones. Instruye de manera integral a 31 niñas en danza interpretativa, contemporánea, nacionalista, gimnasia, urbana, nuevos géneros y tendencias… Además, les brinda la oportunidad a las madres de “formarse como madres”, las incluye en actividades y dicta talleres de crecimiento personal para que compartan, alimenten e incentiven la visión de sus hijas.
Griselis Abreu, madre de una de las bailarinas de mayor antigüedad en la academia, indica que “la profesora Nuglis es una mujer admirable, comprometida, visionaria, es una persona que no tiene límites”. Abreu afirma ser testigo, a lo largo de los cinco años de funcionamiento de Adorart, de “la entrega y la pasión que tiene por cada una de las niñas”.
En Adorart se instruye de manera integral a 31 niñas en danza interpretativa, contemporánea, nacionalista, gimnasia, urbana, nuevos géneros y tendencias…
“Ella ha sido estricta, ha ayudado a disciplinarnos a nosotras”, destacó Anzulys Zambrano, representante de otra de las bailarinas, quien además explicó que existe “una relación familiar” entre docente, alumna y representante. Cuando hay fallas por parte de alguna de las estudiantes, el llamado es, primero, a las madres para evaluar la situación y tomar decisiones en conjunto, las más idóneas para el desarrollo integral de las niñas. Zambrano también reflexionó sobre el papel de los padres dentro la formación profesional en áreas artísticas: “Como madre lo que debemos hacer es apoyar a nuestros hijos en el camino que ellos quieran seguir, siempre que sea el mejor”.
“¿Por qué apoyar a mis hijas? Yo apoyo a mis hijas porque ellas desde muy pequeñas han tenido una inclinación muy grande por el baile, por la danza. Ellas son niñas persistentes, son niñas perseverantes, son niñas que, a pesar de su corta edad, han desarrollado un sentido de pertenencia muy grande. Ellas, de la mano con la profesora Nuglis, están trabajando muy duro para hacerlo. Tienen metas trazadas, quieren ser bailarinas profesionales y hasta que ellas emprendan su vuelo solas, que se dediquen a esto profesionalmente, me van a tener a mí, porque están trabajando con bases fundamentadas, con una buena profesora, con valores, que es muy importante en estos momentos en que nos encontramos como sociedad”, agregó Abreu al respecto.
Danzar para resistir, resistir para danzar
El 12 de mayo de 2020, a través del decreto N.º 4 198, el Ejecutivo Nacional declara “Estado de Alarma para atender la Emergencia Sanitaria del Coronavirus (COVID-19)”. Entre otras medidas, se ordenó “la reprogramación de actividades académicas, así como la implementación de modalidades de educación a distancia o no presencial” y la suspensión de “todo tipo de espectáculos públicos, exhibiciones, conciertos, conferencias, exposiciones, espectáculos deportivos”. Las restricciones para evitar la expansión del virus tuvieron un impacto importante en la sociedad, uno de los sectores más afectados fue el cultural debido a la paralización de todos sus procesos y actividades, incluyendo la creación, producción y distribución.
Según la Unesco, en su informe La cultura en tiempos de COVID-19: resiliencia, recuperación y reactivación, el período 2019-2020 reflejó en el área cultural: “debilitamiento de los flujos de ingresos y financiación tradicionales; interrupción de los empleos y los medios de subsistencia; interrupción de la cadena de valor del sector cultural; aumento del consumo doméstico de actividades culturales; impacto negativo en la diversidad de voces culturales y el acceso al trabajo cultural”.
Durante la pandemia Covid-19, uno de los sectores más afectados fue el cultural debido a la paralización de todos sus procesos y actividades, incluyendo la creación, producción y distribución.
Para Adorart fue “un duro golpe” el inicio de la pandemia. Nuglis sostiene que “estaban perdiendo todo el trabajo que se había logrado”. El colegio Monte Sacro, que había prestado sus instalaciones para el funcionamiento de la academia, se vio obligado a cerrar sus puertas, por lo que ya no disponían de un espacio de entrenamiento, y “quedan las niñas con el deseo de seguir practicando, pero sin la posibilidad de hacerlo”.
Aun cuando los gestores culturales venezolanos intentaron sobrevivir acelerando la conversión digital, las problemáticas asociadas al acceso a internet en el país no hicieron el trabajo fácil. Karelys Mederico, profesora de Danzas Ibero Americano y de la academia Hoppdance, acotó que durante 2020, la plataforma Zoom de videollamadas y reuniones en línea fue la herramienta común a la hora de impartir clases, y, al menos para ella, no fue factible. “Yo creo más en los conocimientos adquiridos en un salón de clases y eso no te lo daba una clase online. Por ejemplo, el contacto físico”, comentó Mederico.
Frente a la imposibilidad de trabajar en línea, el imperativo de mantener el proyecto y seguir brindando a las estudiantes un espacio para formarse y compartir, Nuglis reactivó las prácticas “a escondidas”, con dos o tres niñas por clase, considerando las medidas preventivas para evitar el contagio por Covid-19. Sin medidas claras y adecuadas que regularan el quehacer cultural en el contexto de la pandemia, el desafío a la normativa era un riesgo, pero la danza se convirtió en su medio de resistencia, porque “en cualquier momento iba a surgir una oportunidad en la que pudieran bailar en un escenario”.
A partir de ese “entrenamiento clandestino”, se produjo su punto de inflexión: el acto de apertura de los XL Juegos Deportivos Interempresas de Guayana, evento dirigido por Francisco Hernández, vicepresidente de CVG Fundeporte. Las prácticas durante la cuarentena les permitieron a las niñas estar preparadas para la invitación. Nuglis narra que la participación en este evento “fue uno de los trampolines que permitió a danzas Adorart darse a conocer a nivel de la ciudad. Pudimos empezar a conocer a otros grupos de danza, otras academias, ver trabajos nuevos, de nivel, y a relacionarnos, puesto que siempre recibíamos un no para participar en movimientos dancísticos para integrarnos, no conocíamos a nadie, fue una oportunidad para interactuar y participar en el trabajo colectivo que hacen estos jóvenes”.
El “entrenamiendo clandestino” permitió a las bailarinas de Adorart darse a conocer en el escenario de los XL Juegos Deportivos Interempresas de Guayana, una tarima que les brindó reconocimiento y relaciones.
En casa de su madre, en un porche, con dos espejos, dos asientos, piso de cemento y techo de zinc laminado, Nuglis enseña a danzar, Nuglis enseña a ser determinados, a tener metas y a luchar por ellas. “A pesar de las dificultades que se presentaron para nosotras, en cuanto a seguir avanzando, nunca nos detuvimos. Nunca nadie nos quitó las ganas de seguir”.
Redes y alianzas
Las medidas tomadas por el Ejecutivo Nacional durante la cuarentena radical impactaron en el funcionamiento de las academias de danza. Cultores de la región sobrevivían “como podían” y la salida fue el trabajo en red. En el gremio dancístico, Karelys Mederico, profesora de Danzas Ibero Americano y Hoppdance, asevera que, conforme a lo que ha observado, “se están incluyendo muchos grupos de danza, se están tomando en cuenta hasta las agrupaciones ‘bebé’ que están naciendo, que se están preparando, que están en proceso de formación”.
Mederico usa como ejemplo al Movimiento Dancístico del Estado Bolívar (MODEBOL), el cual realiza una labor integradora de los grupos de baile en toda la región. La doctora Fabiola Mendoza, miembro principal de MODEBOL, comenta algunos de los requisitos indispensables para poder incluir a las personas o agrupaciones en la red: “deben estar registradas como fundaciones, ONG o de una manera jurídica; y tienen que ser organizaciones que tengan años de referencia de trabajo, con docentes capacitados en cualquiera de los géneros”.